El trastorno del procesamiento sensorial (TPS) y el autismo suelen presentarse juntos. Sin embargo, también pueden presentarse de manera independiente y actuar como trastornos separados.

Los expertos definen el TPS como la dificultad para detectar, modular e interpretar los estímulos sensoriales hasta el punto de causar problemas con las rutinas diarias y la participación en actividades.

Este hace que una persona experimente respuestas emocionales, conductuales o psicológicas reducidas o intensificadas a cualquier estímulo sensorial que haya activado sus sentidos en primer lugar.

Los estímulos sensoriales se refieren a cualquier evento u objeto que haga que los sentidos de una persona lo detecten y provoquen una respuesta. Algunas formas de estímulo pueden incluir:

  • Luz
  • Tacto
  • Sonido
  • Calor

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Los procesos internos también pueden activar uno o más sentidos.

Una persona puede percibir los estímulos a través de uno o más sistemas dentro de su cuerpo, incluyendo:

  • Procesamiento auditivo (audición)
  • Gusto
  • Tacto
  • Procesamiento visual (visión)
  • Posición o movimiento de la cabeza de una persona (vestibular)
  • Propioceptivo (estímulos desde dentro de una persona)

El TPS se presenta en aproximadamente el 90% de las personas que viven con trastorno del espectro autista (TEA) y en aproximadamente el 50 a 64% de las personas que viven con trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH).

El TPS aislado también puede presentarse independientemente de las condiciones clínicas.

A diferencia del TEA o el TDAH, el TPS no se encuentra dentro del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, 5.ª edición, revisión de texto (DSM-5-TR). Los expertos todavía debaten si debería recibir una entrada.

 

Fuente: Medical News Today