Cuando una persona decide bajar de peso, algo de lo más común que va a escuchar entre familiares, amigos y conocidos es algún comentario sobre dejar de beber alcohol. Pero, ¿realmente existe alguna relación médica y científica entre beber alcohol y subir de peso?
La relación entre beber alcohol y subir de peso es una de las más polémicas y controversiales tanto social como médicamente. Existen cientos de estudios al respecto, algunos de los cuales incluso presentan resultados contradictorios. No obstante, la ciencia parece haber encontrado una respuesta: sí existe una relación, aunque no aplica para todas las personas.
No son pocas las personas que culpan al alcohol por tener algunos kilos de más. Y existen hechos comprobados que avalan sus sospechas:
-En general, el alcohol aporta 7 calorías por gramo y ningún nutriente que las compense;
-Obstaculiza la capacidad de autocontrol (tanto para comer como para seguir bebiendo);
-Estimula tanto el apetito como el antojo de alimentos calóricos;
-Las calorías extras que se ingieren junto con el alcohol se guardan como grasa.
Pero lo cierto es que estos aspectos negativos solo tienen efecto cuando se bebe cierta cantidad de alcohol, pues “el consumo frecuente de alcohol de leve a moderado (dos tragos al día en los hombres y uno para las mujeres) no parece estar asociado con el riesgo de desarrollar obesidad”, concluyó uno de los estudios más influyentes al respecto.
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Los bebedores intensos están en riesgo de subir de peso, mientras que “el consumo de alcohol de leve a moderado no se asocia con aumento de peso ni cambios en la circunferencia de la cintura”, detallaron Gregory Traversy y Jean-Philippe Chaput, especialistas del Grupo de Investigación sobre Vida Activa Saludable y Obesidad del Instituto de Investigación Eastern Ontario en Ottawa, Ontario, Canadá.
Asimismo, el informe de Traversy y Chaput, publicado el año 2015, indica que las borracheras (beber 5 o más copas en una sola ocasión) y el consumo intenso (más de 4 tragos al día en los hombres o más de 3 en las mujeres) se relaciona con un riesgo elevado de desarrollar obesidad.
Aunque también influyen variantes como la genética, los expertos aseguran que las personas que beben con frecuencia deben comer menos alimentos calóricos o hacer más ejercicio para mantener su peso y no sufrir obesidad.
Finalmente, los especialistas subrayan que la clave está en la autosupervisión. Pesarte regularmente, beber de forma moderada y cuidar tu alimentación te ayudará a descubrir si tu metabolismo tiende a resentir o no el consumo de alcohol.
Vía: The New York Times