Tocar unas cuantas notas suaves en un ukelele pueden transportarnos inmediatamente a un lugar de calma. Este misterioso efecto es una de las razones por las que los musicoterapeutas ayudan a muchos pacientes a aprender a tocar dicho instrumento después de que les diagnostican cáncer u otra enfermedad grave, transformando una situación tensa en una situación constructiva.

En lugar de decir ‘tengo que ir al hospital para mi quimioterapia’, los pacientes comienzan a decir ‘tengo que ir al hospital para mi lección de ukelele’.

Pero la musicoterapia es mucho más que una distracción agradable, y ejemplifica cómo el arte y la ciencia de la medicina pueden trabajar en conjunto. Con raíces antiguas (el carácter chino para la medicina incluye el carácter para la música), el enfoque también ayuda a rehabilitar las mentes, los cuerpos y los espíritus de, por ejemplo, los veteranos de guerra.

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La musicoterapia, que se caracteriza por intervenciones musicales personalizadas, como cantar, componer canciones, tocar un instrumento, escuchar música o moverse al ritmo de la música, toca la fibra sensible en muchas áreas de la medicina. Cada vez existen más pruebas que sugieren que ayuda a las personas a gestionar mejor los síntomas del cáncer y los efectos secundarios del tratamiento, ya que reduce el estrés, alivia el dolor, favorece el sueño y mejora la concentración.

La música te conecta con una parte de ti que está bien, y eso es así independientemente de la población de pacientes con las que los médicos trabajen. La música permanece, independientemente de los desafíos a los que se enfrente una persona.

 

Fuente: Harvard Medical School