De acuerdo con los expertos, la terapia de protones puede administrar hasta un 60 por ciento menos radiación al tejido sano alrededor del sitio objetivo, mientras administra una dosis más elevada al tumor mismo.

En la terapia de protones, el médico puede decidir exactamente cuándo y dónde el protón libera la mayor parte de su energía. Esto permite infligir el máximo daño a las células cancerosas y el mínimo daño al tejido cercano.

En la radioterapia estándar, los rayos X depositan energía a lo largo de su trayectoria antes de alcanzar su objetivo, por ejemplo, en la superficie del cuerpo y más allá. El haz de rayos X viaja sobrepasando el tumor, liberando así energía y dañando el tejido. Esto se conoce como «dosis de salida».

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En otras palabras, el tratamiento ataca las células cancerosas a las que se dirige, pero también afecta a las que se encuentran a lo largo del haz de rayos X antes y después del tumor. Esto puede provocar problemas de salud posteriores al tratamiento.

Con la terapia de protones, el médico puede utilizar una dosis de radiación más alta que con la radioterapia estándar, pero también puede proteger los tejidos circundantes y los órganos vitales.

En la radioterapia estándar, es posible que el radiólogo deba utilizar una dosis inferior a la deseada para minimizar el daño a las células sanas, lo que puede limitar la eficacia del tratamiento.

 

Fuente: Medical News Today