Las mascarillas de tela vienen en muchos estilos y tejidos. Uno de los tipos más cómodos son las polainas, un tubo de tela que se coloca alrededor del cuello y que puedes subir y bajar. Pero las polainas han funcionado muy mal en las pruebas para bloquear las partículas virales.
Las máscaras de tela más efectivas son del tamaño de tu mano y poseen correas que se atan detrás de la cabeza o se enroscan alrededor de las orejas.
Algunas de estas máscaras tienen una costura vertical curva en el centro, para hacer que la máscara se arquee y te dé espacio para respirar. Otras tienen múltiples pliegues horizontales que te permiten ajustarla hacia arriba o hacia abajo fácilmente. La confección que elijas puede afectar tu comodidad, pero esa preferencia será específica para cada persona.
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De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), lo que debería ser igual para todas las máscaras de tela, es que tengan tres capas. La primera capa (la más cercana a la boca y la nariz) debe estar hecha de algodón u otra tela que absorba la humedad para absorber las gotas del aliento exhalado. La capa intermedia debe estar hecha de tela de polipropileno (un material no tejido, del tipo que se usa en las máscaras quirúrgicas) o un filtro de polipropileno extraíble. La capa exterior debe estar hecha de una tela que repela la humedad, como poliéster o una mezcla de poliéster y algodón.
Si te sobrecalientas fácilmente con una mascarilla, busca capas internas y externas de telas livianas, de alta tecnología, de tejido apretado que puedan ayudar a que te mantengas fresco(a). Algunas empresas de artículos deportivos venden este tipo de máscaras. Asimismo, algunos fabricantes de mascarillas afirman que sus telas poseen propiedades antimicrobianas, pero no hay evidencia de que puedan protegerte contra la COVID-19. Finalmente y sobre todo, asegúrate de que una mascarilla cubra tu boca y nariz, sin que tenga espacios a los lados.
