Para los padres, en especial para los que acaban de tener a su primer hijo, es común pensar que su pequeño experimenta una emergencia médica al primer síntoma o cambio que altera su salud.

Tomar la decisión de si es mejor optar por una atención médica ordinaria o de urgencia, requiere que los padres mantengan la calma, en primer lugar.

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Posteriormente, es importante que conozcan las diferencias entre una emergencia médica y una situación de salud donde otro tipo de atención médica puede ser más adecuada.

¿Cuándo sí es una emergencia médica?

Acudir a la sala de emergencias o llamar al número de urgencias de inmediato es la mejor opción cuando se presentan lesiones graves o enfermedades que pueden poner en riesgo la vida de un niño.

La Academia Americana de Pediatría (AAP), indica que entre las situaciones que requieren una atención médica de emergencia se encuentran las siguientes:

-Laceraciones o heridas profundas con sangrado que no para.

-Fiebre mayor a 38 ℃ en niños menores de 2 meses.

-Convulsión que dura más de 2 minutos en un niño sin antecedentes de crisis convulsivas.

-Mostrar alguno de estos síntomas tras un golpe o lesión en la cabeza: disminución del nivel de alerta, confusión, dolor de cabeza, vómitos, irritabilidad, dificultad para caminar.

-Pérdida del conocimiento.

-Dolor abdominal fuerte.

-Quemaduras graves.

-Haber ingerido un objeto que causa dificultad para respirar.

-Fracturas de hueso graves.

-Dificultad para respirar o color amoratado en labios, piel, puntas de los dedos y uñas.

-Vómito o tos con sangre.

-Rigidez severa del cuello.

-Sarpullido acompañado de fiebre.

-Envenenamiento.

-Dolor de ojo.

-Mordedura o picadura con enrojecimiento e inflamación que se propaga.

-Problemas de salud psiquiátrica o del comportamiento.

-Empeoramiento de alguna enfermedad crónica.

¿Cuándo no es una emergencia médica?

De acuerdo con la AAP, las situaciones de salud que justifican atención médica por lesión o enfermedad, pero que no requieren atención médica de emergencia incluyen:

-Quemaduras menores.

-Dolor de oído o infección de oído.

-Conjuntivitis.

-Posible infección de las vías urinarias.

-Dolor de garganta.

-Enfermedades gastrointestinales.

-Deshidratación leve.

-Heridas leves.

-Objetos extraños en oídos y nariz.

-Resfriado y tos.

-Alergias.

 

Vía: Academia Americana de Pediatría (AAP)