Para diagnosticar una arritmia cardíaca, los médicos deben «captar» la propia arritmia en algún tipo de registro del ritmo cardíaco. El diagnóstico puede ser fácil, difícil o algo intermedio.
Si padeces una arritmia crónica o persistente, entonces sólo es cuestión de registrar un electrocardiograma (ECG) y documentar la presencia y el tipo de arritmia que estás experimentando.
Desafortunadamente, las arritmias cardíacas suelen ser de naturaleza episódica y aparecen y desaparecen sin previo aviso. En tales casos, tus síntomas pueden presentarse como episodios esporádicos, que con frecuencia solo duran unos segundos, disminuyendo la probabilidad de que un ECG aleatorio de 12 segundos revele la arritmia. Por ello, es necesario realizar pruebas adicionales.
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Si tu proveedor de atención médica considera que tus síntomas no ponen en peligro tu vida, probablemente comenzará con un examen físico, así como una revisión de tus síntomas y de las posibles condiciones que podrían estar causando la arritmia.
Por ejemplo, si tu médico sospecha que un trastorno de la tiroides o una enfermedad cardíaca están causando tu arritmia, quizás te realice pruebas para detectar dichas afecciones. Asimismo, es posible que te realicen una prueba de monitorización cardíaca, como el ECG antes citado o un ecocardiograma.
Fuente: Very Well Health