La hipertensión renal, también conocida como hipertensión renovascular, es una de las formas más comunes de hipertensión secundaria. A diferencia de la hipertensión primaria, que ocurre en ausencia de otras afecciones médicas, la hipertensión secundaria es presión arterial elevada causada por otra enfermedad.
La hipertensión renal se desarrolla cuando el estrechamiento de las arterias que irrigan los riñones (lo que se conoce como estenosis de la arteria renal) altera una de las funciones principales de los riñones, es decir, la regulación de la presión arterial.
Cuando la mayoría de la gente piensa en los riñones, suele considerarlos como el sistema de filtración del cuerpo. Sin embargo, los riñones también son responsables de mantener los niveles de líquidos y, al hacerlo, ayudan a regular la presión arterial.
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Cuando se produce estenosis de la arteria renal, los riñones responderán a la reducción del flujo sanguíneo como si el cuerpo estuviera experimentando deshidratación, liberando una hormona llamada renina que desencadena un aumento en los niveles de sodio. Esto hace que se retenga agua en el cuerpo, lo que, a su vez, incrementa la presión arterial.
La estenosis de la arteria renal suele ser causada por aterosclerosis (el endurecimiento y estrechamiento de las arterias debido a la acumulación de placa). Con menos frecuencia, es causada por un trastorno llamado displasia fibromuscular en donde los vasos sanguíneos de todo el cuerpo se vuelven fibrosos y se retuercen.
La afección se observa con mayor frecuencia en personas con estenosis significativa de la arteria renal (obstrucción superior al 60%).
La hipertensión renal suele afectar a adultos mayores de 65 años, aunque puede presentarse en personas de cualquier edad. Alrededor del 90% de los casos se deben a aterosclerosis, mientras que el 9% están relacionados con la displasia fibromuscular. Los factores de riesgo varían según la causa subyacente.
Fuente: Very Well Health
