Desde hace algún tiempo, los médicos han notado los vínculos entre la COVID-19 grave y los problemas cardíacos, pero un nuevo estudio publicado en la revista Heart Rhythm ha podido cuantificar la magnitud del problema.
El trabajo evaluó a cientos de pacientes hospitalizados, y descubrió que el paro cardíaco y los trastornos del ritmo cardíaco son 10 veces más comunes entre los pacientes con COVID-19 que necesitan cuidados intensivos, en comparación con otros pacientes hospitalizados con COVID-19.
No está claro por qué el riesgo se incrementa tanto en la UCI (unidad de cuidados intensivos), pero es probable que esté relacionado con el estrés de una enfermedad avanzada, y no con una actividad directa del nuevo coronavirus en el corazón, destacó el doctor Rajat Deo, autor principal del estudio, electrofisiólogo cardíaco y profesor asociado de medicina cardiovascular en la Facultad de Medicina de la Universidad de Pensilvania (Estados Unidos).
«Las causas no cardíacas como la infección sistémica, la inflamación y la enfermedad pueden contribuir más a la aparición de un paro cardíaco y arritmias que las células cardíacas dañadas o contaminadas por la infección viral», señaló Deo.
Un cardiólogo ajeno a la investigación también estuvo de acuerdo.
«Sabemos que los pacientes críticos con COVID-19 tienen lo que llamamos una respuesta inflamatoria sistémica, que crea una ‘tormenta de citoquinas’», indicó el doctor Satjit Bhusri, del Hospital Lenox Hill en la ciudad de Nueva York. «Parece que esta respuesta inmune masiva es la causante del aumento de los trastornos del ritmo cardíaco, en lugar del virus en sí mismo».
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El nuevo estudio incluyó a 700 pacientes con COVID-19 con una edad promedio de 50 años, que ingresaron al Hospital de la Universidad de Pensilvania entre principios de marzo y mediados de mayo. Más del 70% de ellos eran de raza negra.
En general, 9 pacientes sufrieron un paro cardíaco; 25 desarrollaron el latido irregular del corazón conocido como fibrilación auricular; 9 tenían bradiarritmias clínicamente significativas (ritmos cardíacos lentos); y 10 tuvieron «eventos de taquicardia ventricular no sostenida», una frecuencia cardíaca rápida que se detiene por sí sola en 30 segundos.
De los pacientes en el estudio, alrededor del 11% fueron ingresados en la UCI. Los únicos casos de paro cardíaco ocurrieron en los pacientes que se encontraban en cuidados intensivos.
Lo anterior dio paso a los primeros informes que sugirieron que había una alta tasa de problemas del ritmo cardíaco entre todos los pacientes con COVID-19, incluso en aquellos que son relativamente jóvenes.
«Para proteger y tratar mejor a los pacientes que desarrollan COVID-19, es fundamental para nosotros mejorar nuestra comprensión respecto a cómo la enfermedad afecta a diversos órganos y vías dentro de nuestro cuerpo, incluidas nuestras anormalidades del ritmo cardíaco», indicó Deo.
Por su parte, el doctor Laurence Epstein, director de electrofisiología en Northwell Health, en Manhasset, Nueva York, y también ajeno al estudio, dijo que la alta tasa de arritmias cardíacas en la COVID-19 «no es sorprendente dada la gravedad de la enfermedad en muchos pacientes hospitalizados». Subrayó que la tasa de fibrilación auricular descrita en el estudio de Pensilvania (3.6%) es en realidad mucho más baja que la tasa del 19% que ha presenciado entre los pacientes de Northwell Health.
Consecuencias a largo plazo para los sobrevivientes
«Se necesita más investigación para evaluar si la presencia de arritmias cardíacas posee efectos sobre la salud a largo plazo en pacientes que fueron hospitalizados por COVID-19», enfatizó Deo. «Mientras tanto, es importante que iniciemos estudios para evaluar las estrategias más efectivas y seguras para el control de la coagulación y el ritmo cardíaco a largo plazo en esta población».
Vía: Health Day News