¿Alguna vez te has preguntado qué es lo que hace que decidamos ser generosos o no? Tomar esta decisión surge de un proceso específico en la amígdala, una pequeña estructura que se ubica en la profundidad del cerebro que ha sido asociada con emociones como el miedo, según lo afirma una investigación de la Universidad de Yale y de la Universidad de Duke, ambas en Estados Unidos.
«Registramos cómo estas neuronas señalizan el comportamiento social complejo en los monos», destacó Steve WC Chang, profesor de psicología en la Universidad de Yale y autor principal del estudio, el cual fue publicado a mediados del mes pasado en la revista Proceedings of the National Academy of Science.
Además, los investigadores hallaron que los monos a los que se les administró una pequeña dosis de la hormona social oxitocina directamente en la amígdala, fueron mucho más propensos a ser generosos en su toma de decisiones que los animales que no recibieron la hormona. De hecho, los patrones de actividad en la amígdala basolateral pudieron decirle a los investigadores si el animal tendría una tendencia a ser generoso o egoísta al momento de compartir jugo con otro animal.
Curiosamente, apuntaron los investigadores, esta parte de la amígdala tiene muchas conexiones con áreas de la corteza prefrontal, donde el pensamiento abstracto y el análisis se originan.
«Y esta conectividad se interrumpe en trastornos como el autismo, por lo que claramente es un comportamiento relevante», enfatizó Chang.
Lo que al parecer ocurre en los monos – y, muy probablemente, en el ser humano – es que la evaluación inicial del valor de las cosas, dígase las gotas de un jugo, tanto para uno mismo como para los demás ocurre en la amígdala basolateral.
Estas señales que reflejan el valor de las cosas, que se observaron exclusivamente durante la toma de decisiones activa, mostraron la tendencia de dichos animales a tomar decisiones pro-sociales momentáneamente así como a largo plazo, señalaron los autores.
Vía: Escuela de Medicina de la Universidad de Yale