Aunque una vez se pensó que desayunar era uno de los factores más importantes para tener un día saludable, varias investigaciones han demostrado que este podría no ser el caso para la mayoría de los adultos.
Por ejemplo, los estudios indican que renunciar al desayuno puede resultar en una reducción de la ingesta de calorías.
Asimismo, participar en un ayuno intermitente, durante el cual se omite el desayuno o se consume más tarde en el día, se ha relacionado con una gran cantidad de beneficios, que incluyen un mejor control del azúcar en la sangre y reducciones en los marcadores inflamatorios.
Pese a lo anterior, el ayuno intermitente también se puede lograr al consumir un desayuno regular y luego ingerir tu última comida más temprano en la noche para mantener una ventana de ayuno de 14 a 16 horas.
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Ten en cuenta que esto NO aplica para los niños y adolescentes en crecimiento ni para aquellos con mayores necesidades de nutrientes, como las mujeres embarazadas y las personas con ciertas enfermedades, pues omitir comidas puede provocar efectos negativos para la salud en estas poblaciones.
Por otro lado, alguna evidencia muestra que desayunar y consumir más calorías más temprano en el día que en la noche, junto con una menor frecuencia de las comidas, puede beneficiar la salud al reducir la inflamación y el peso corporal.
Independientemente de esto, si disfrutas mucho el desayuno, no te lo saltes y cómelo. Si no te importa mucho perdértelo, tal vez no sea necesario que forme parte de tu rutina diaria. No obstante, siempre consulta a tu médico y a un especialista en nutrición antes de tomar cualquier decisión, pues ellos sabrán qué es lo mejor para ti según tu situación personal de salud.
Vía: Healthline