El ligamento cruzado anterior es uno de los ligamentos que componen la articulación de la rodilla. Se trata de una banda de tejido resistente y flexible que une los cartílagos con los huesos. Este ligamento ayuda a mantener la estabilidad de la rodilla.
Dicha banda se puede llegar a desgarrar si se estira demasiado debido a una lesión. El desgarro puede ser parcial (solo atraviesa una parte del ligamento) o completo (atraviesa todo el ligamento).
Si bien puede parecer como un problema de salud propio de adultos, los niños también son propensos a padecer esta lesión, en especial aquellos pequeños que practican algún deporte de forma frecuente.
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En la mayoría de los casos, las personas que sufren un desgarro del ligamento cruzado anterior sienten dolor y un ‘sonido explosivo’ en la rodilla, la cual suele inflamarse poco después de la lesión.
Comúnmente, una vez que la inflamación se reduce o desaparece, las personas con esta lesión pueden caminar, pero es posible que sientan que la rodilla está inestable, no soporte el peso y provoque una pérdida del equilibrio o una caída.
Causas
El mayor porcentaje de los casos ocurren durante una deportiva, como:
-Cambiar de dirección o girar la rodilla al correr.
-Saltar y caer de una forma que tuerce la rodilla.
-Recibir un golpe fuerte en la rodilla desde un costado.
-Suelen ocurrir con más frecuencia durante los deportes que requieren girar, frenar y pivotear, como el esquí, el futbol, el basquetbol y el tenis.
Recuperación
La mayoría de los desgarros parciales se pueden tratar con ayuda de aparatos ortopédicos y terapia física. Es posible que, durante la recuperación, el niño deba usar muletas.
Algunos desgarros completos requieren cirugía. Esto ocurre en los siguientes casos:
-El tipo de actividad (o deporte) que la persona desea hacer.
-Si la persona es deportista.
-La edad.
-Lesiones previas de la rodilla.
-Si la rodilla no soporta el peso o no se siente firme.
Para ayudar a los niños en su recuperación, los especialistas en salud recomiendan a los padres de familia que:
-Ayuden a su hijo a encontrar maneras de continuar participando de los deportes, como llevar el marcador o convertirse en el responsable del equipo. También es recomendable ayudarlo a probar un nuevo pasatiempo, como tocar un instrumento, pintar o dibujar.
-Acudir a todas las visitas de seguimiento y las citas de terapia física.
-Ayudarlo a seguir las instrucciones del equipo de atención sobre los ejercicios que debe hacer en el hogar.
Vía: Kid’s Health