Diversos estudios ya han demostrado que las personas que no duermen lo suficiente tienen más probabilidades de comer más, hacer menos ejercicio y aumentar de peso.

Los estudios también han demostrado un mayor riesgo de diabetes, pero no se ha abordado a fondo por qué podría desarrollarse la citada enfermedad.

Una investigación reciente ha buscado ampliar nuestra comprensión en torno a esta relación. Sus autores, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Toho en Japón, señalan que:

«No estaba claro si la intolerancia a la glucosa se debía a los cambios en la ingesta de alimentos o al gasto de energía, o a la privación del sueño en sí».

En otras palabras, ¿son los cambios en la dieta y el ejercicio relacionados con la falta de sueño la razón de un aumento en el riesgo de diabetes, o existe algo más? Los investigadores se propusieron comprender exactamente por qué la privación del sueño podría socavar la sensibilidad a la insulina.

Para ello, utilizaron un modelo de ratón, centrándose en los cambios en sus hígados. Por solo una noche, mantuvieron a la mitad de los ratones despiertos durante 6 horas durante su tiempo habitual de sueño.

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Los científicos observaron a los ratones cuidadosamente, y cada vez que parecían estar adormecidos, los manipulaban o tocaban suavemente. De esta forma, los mantuvieron despiertos sin causar un estrés indebido a los animales.

Para distinguir el impacto de los factores del estilo de vida, durante 2 semanas antes de que comenzara el estudio, a todos los ratones se les dio acceso ilimitado a alimentos ricos en grasas y agua azucarada; además, a los ratones se les restringió el movimiento.

De esta forma, los investigadores pudieron observar el efecto de la privación del sueño de forma aislada porque, tanto si los ratones habían dormido como si no, estaban alimentados con dietas similares y no podían hacer ejercicio.

Inmediatamente después de la intervención del sueño, los científicos midieron los niveles de glucosa y el contenido de grasa en el hígado. Con ello, descubrieron que había niveles elevados de glucosa sanguínea en el hígado de los ratones privados de sueño. Tales cambios fueron significativos después de únicamente un período de 6 horas de privación del sueño.

Asimismo, los investigadores midieron los niveles de triglicéridos en el hígado porque un aumento en la producción se asocia con un aumento en la resistencia a la insulina, o con una incapacidad para procesar la insulina correctamente. Como era de esperar, en los ratones privados de sueño, los niveles se encontraban elevados.

Con base en lo anterior, los autores concluyeron que la privación del sueño es, por lo tanto, un factor de riesgo para la diabetes, independientemente de los cambios en la actividad y la dieta. Si este es el caso, y estudios posteriores respaldan sus resultados, garantizar que las personas con mayor riesgo de diabetes tengan una buena rutina de sueño podría ser vital.

Los hallazgos se publicaron en la revista American Journal of Physiology: Endocrinology and Metabolism.

 

Fuente: Medical News Today