Si bien la mayoría de las mujeres busca mantener una figura delgada, 50% de los hombres muestra inquietud por aumentar su masa muscular, de acuerdo con la doctora Rosalía Vázquez Arévalo, investigadora de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala de la UNAM.
Lamentablemente, esta inclinación suele conducir a la dismorfia muscular, o vigorexia, trastorno que se manifiesta a través de la preocupación excesiva por la apariencia física, además de un deterioro en la percepción de la figura.
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Los hombres con dismorfia muscular presentan una compulsión por el ejercicio. Sorprendentemente, pueden realizar actividades físicas intensas durante 5 horas diarias, al tiempo que alteran su alimentación y distintos aspectos de su vida, como el social.
“Es gente que prefiere estar muchas horas en el gimnasio antes que ir con los amigos; incluso, algunos de ellos han perdido relaciones interpersonales. (También) evitan asistir a reuniones sociales porque mucha de la comida que se ofrece tiene grasa y ellos evitan este componente; lo que quieren es el tejido magro”, explicó.
Conforme avanza la obsesión por la imagen corporal, aumenta el riesgo de conductas nocivas para la salud, como realizar ejercicio a pesar de las lesiones y consumir esteroides anabólicos, con el fin de incrementar la masa muscular.
La dismorfia muscular suele presentarse entre los 15 y 37 años de edad, aunque también se han reportado casos en adultos mayores. A decir de la experta, uno de los factores relacionados con este trastorno es la baja autoestima, aunque depende en cada persona.
“Incluso los juguetes han cambiado; son más musculosos que hace 20 o 30 años, tienen una cintura marcada, una espalda ancha, unas piernas muy musculosas. Ahorita ya tenemos adolescentes que han recibido esa influencia cultural, (…) les interesa ir al gimnasio y tener musculatura. Esto no quiere decir que sea patológico, sino que ese ideal de musculatura ya está instaurado en nuestros jóvenes”, indicó la investigadora.
Considera que la musculatura nunca va a ser suficiente para aquellos que padecen este trastorno. Si tú, o alguno de tus familiares ha llevado la preocupación por su físico a este extremo, visita un especialista. Comunícate con tu familia y pide ayuda.
Vía: Ciencia UNAM