La calidad del agua de fuentes naturales de agua, como playas y ríos, puede variar mucho. Por ello, estar atento(a) a la mala calidad del agua (por ejemplo, agua descolorida, turbia o con olor desagradable) te ayudará a decidir cuándo es seguro entrar y darte un chapuzón. Si prestas atención a algunas señales evidentes, podrás mantener a ti y a tus seres queridos a salvo.
Las personas con sistemas inmunológicos más débiles (incluidos los niños y los ancianos) corren un mayor riesgo de desarrollar enfermedades relacionadas con la natación y deben tener especial cuidado.
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Cuando estés en la playa, utiliza los baños cercanos y lleva a los niños al baño con regularidad. No entres al agua si tienes diarrea o vómitos. Si posees una herida abierta o una infección, evita nadar.
Debes evitar el agua tibia, de movimiento lento o estancada. No nades si observas vida marina enferma o muerta en el agua o cerca de ella. Deshazte de todos los desechos de forma higiénica si estás navegando en un bote, lancha o barco.
Si no estás seguro(a) y notas algún signo que indique una mala calidad del agua, no nades.
Fuente: Better Health Channel