De acuerdo con un grupo de expertos, la pandemia de COVID-19 puede ser especialmente difícil para los niños y adultos con autismo, así como para sus familias.
El autoaislamiento y la interrupción de la rutina son difíciles para cualquiera, pero pueden alterar todavía más a alguien con un trastorno del espectro autista, indicó Adrien Eshraghi, profesor y director del Laboratorio de Investigación de Audición y Trastornos de la Comunicación de la Universidad de Miami (Estados Unidos).
Los desafíos que los pacientes con autismo y sus familias pueden enfrentar durante la crisis por COVID-19, y lo que los proveedores de atención médica deben saber para garantizar su atención adecuada, se describen en una carta publicada recientemente en la revista The Lancet Psychiatry.
«El objetivo de este documento es definir los desafíos que enfrentan dichos pacientes en una pandemia como esta, para que los médicos, los cuidadores y el sistema de salud en general puedan anticipar y satisfacer mejor las necesidades de estos pacientes en particular», destacó Eshraghi, autor principal de la publicación.
«En un momento en que todo el mundo está estresado por contraer COVID-19, estar mejor educado sobre cómo manejar a los pacientes con autismo aumentará la seguridad del paciente y el proveedor, al tiempo que ayudará adecuadamente a estos pacientes y a sus familias», agregó Eshraghi.
Según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC), las personas con autismo poseen un mayor riesgo de complicaciones por COVID-19 ya que a menudo padecen trastornos inmunes y otros problemas de salud.
El autoaislamiento puede ser especialmente difícil para los niños con autismo y sus familiares. Estos niños podrían tener dificultades para comprender la situación y expresarse, señala el documento.
La hiperactividad, los problemas de comportamiento y la extrema sensibilidad al sonido o la luz brillante son otros problemas que experimentan las personas con autismo.
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Si un(a) joven con autismo requiere atención médica, la situación puede abrumarlo(a) tanto a él(ella) como a sus seres queridos.
«El entorno de atención médica, especialmente en la sala de emergencias, puede ser difícil y sobreestimulante para las personas con trastorno del espectro autista posiblemente debido a la multitud, los sonidos y las luces», subrayó Eshraghi.
Actualmente, los cuidadores no pueden ingresar a muchos exámenes de urgencias ni a las salas de hospital, pero en el caso del autismo, los pacientes necesitan a sus cuidadores para ayudarlos a mantener la calma y facilitar la comunicación con los proveedores, explicó Eshraghi.
El personal de la sala de emergencias debe estar capacitado para reconocer los signos de autismo y comprender cómo manejar mejor a estos pacientes, mencionó.
Por ejemplo, si el paciente corre por la sala de espera del hospital, probablemente no sea un problema de disciplina, sino que el niño está abrumado por el entorno.
«Otro problema con las personas dentro del espectro autista es que algunas no comprenden el concepto de tener que esperar su turno, por lo que son impacientes cuando deben esperar», apuntó Eshraghi.
Además, aunque estas personas deberían usar máscaras o cubrebocas, un niño con autismo podría rechazar o quitarse la máscara debido a sus problemas sensoriales.
Una posible solución es hacer que el niño y el padre acompañante esperen en la sala de examen, en lugar de en la sala de espera. Si el niño sigue quitándose la máscara, los médicos deben proporcionarlas para mantener al niño, a los padres y a los proveedores seguros, sugiere el documento.
Finalmente, la telesalud puede ser una opción eficaz, pero hay una falta de servicios de telesalud dirigidos específicamente a personas con autismo, finalizaron los autores.
Vía: Health Day News