A medida que se acerca el final del embarazo, el cuello uterino normalmente se ablanda y comienza a abrirse (dilatarse) y adelgazarse, preparándose para el trabajo de parto y el alumbramiento. Cuando el trabajo de parto no comienza de forma natural por sí solo y el parto vaginal debe ocurrir pronto, dicho trabajo puede iniciarse artificialmente (parto inducido).
Si bien la inducción del parto es una práctica bastante común, las y los especialistas en esta área animan a las mujeres a aprender sobre esto y sobre el medicamento para estimular un trabajo de parto, a fin de que las mujeres puedan decidir qué es lo mejor para ellas.
Cuando se induce el trabajo de parto por razones médicas, generalmente se debe a que es más seguro para la mujer tener el bebé en ese momento, en lugar de correr el riesgo de tener más problemas al continuar el embarazo durante más tiempo.
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Tu trabajo de parto puede ser inducido por una de las siguientes razones:
- Tu embarazo ha superado la fecha estimada de parto por 1 a 2 semanas.
- Tienes una afección (como presión arterial alta, desprendimiento de placenta, infección, enfermedad pulmonar, preeclampsia o diabetes) que puede poner en peligro tu salud o la de tu bebé si el embarazo continúa.
- Tu bolsa de agua (saco amniótico) se ha roto pero las contracciones activas del trabajo de parto no han comenzado.
- Tu bebé tiene una condición que requiere tratamiento y los riesgos del parto vaginal son bajos. La inducción y el parto vaginal no se intentan si el bebé puede sufrir daños o se encuentra en peligro inmediato. En tales casos, generalmente se realiza un parto por cesárea.