Si recién te convertiste en mamá, probablemente te hayas imaginado un bebé robusto parecido a un peluche, pero en realidad muchos recién nacidos son criaturas diminutas y húmedas cuando nacen por primera vez. Generalmente, sus cabezas son ligeramente puntiagudas como resultado de pasar por el canal de parto. Esto es solo temporal, pues la cabeza adquirirá un aspecto redondeado en unos pocos días. Puede que te sorprenda que la cabeza de un recién nacido sea tan grande en comparación con el resto del cuerpo.

Tu bebé también puede lucir arrugado, ya que las piernas y los brazos se mantuvieron doblados por las rodillas y los codos mientras se encontraba en el útero. Tras meses de crecer en un área cada vez más estrecha, esto es perfectamente normal. Las extremidades se enderezarán conforme tu bebé crezca.

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Asimismo, si observas los pequeños dedos de las manos y pies de tu bebé, notarás que tienen uñas delgadas como el papel y, en ocasiones, largas.

A esto se suma que la piel de tu bebé puede verse un poco roja, rosada o morada al principio. Algunos bebés nacen con una capa blanca llamada vérnix caseosa, que protege su piel de la exposición constante al líquido amniótico en el útero. El vérnix se lava con el primer baño del bebé. Otros bebés nacen muy arrugados, y algunos, particularmente los bebés prematuros, tienen una apariencia suave y peluda que se debe al lanugo, un vello fino que se desarrolla en el útero. El lanugo suele desaparecer después de una o dos semanas.

Las erupciones, las manchas o los puntos blancos diminutos también son comunes en los recién nacidos. Estos suelen desaparecer durante los primeros días o semanas después del nacimiento. El médico examinará a tu bebé dentro de las primeras 12 a 24 horas tras haber nacido y se asegurará de que cualquier erupción o mancha sea normal.

RECUERDA: La apariencia de tu bebé cambiará mucho durante las próximas semanas. Las extremidades se extenderán, el tono de la piel probablemente cambiará y las manchas desaparecerán.

 

Fuente: Nemours Foundation