La intolerancia a la lactosa es una condición en la que el cuerpo no puede digerir fácilmente la lactosa, un tipo de azúcar natural que se encuentra en la leche y en los productos lácteos. Cabe resaltar que no es lo mismo que una alergia alimentaria a la leche.
La intolerancia a la lactosa ocurre cuando el intestino delgado no produce la cantidad suficiente de una enzima llamada lactasa. Tu cuerpo la requiere para descomponer o digerir la lactosa.
La intolerancia a la lactosa es más común dentro de las familias, y los síntomas generalmente se desarrollan durante la adolescencia o la edad adulta. La mayoría de las personas con este tipo de intolerancia pueden consumir algo de leche o derivados lácteos sin problemas.
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En ocasiones, el intestino delgado deja de producir lactasa después de una enfermedad a corto plazo, como la gastroenteritis viral, o como parte de una enfermedad de por vida, como la fibrosis quística. Asimismo, el intestino delgado a veces deja de producir lactasa después de una cirugía en donde se extirpó una parte del intestino delgado. En tales casos, el problema puede ser permanente o temporal.
En casos raros, los recién nacidos pueden ser intolerantes a la lactosa. Una persona que nace con la afección no puede comer ni beber nada que contenga dicho azúcar.
Algunos bebés prematuros padecen intolerancia temporal a la lactosa debido a que aún no pueden producir lactasa. Después de que un bebé comienza a producir la enzima, la condición suele desaparecer.