La pandemia de COVID-19 ha llevado a que los especialistas recomienden combinar estrategias de prevención para disminuir los casos de contagios, así como la morbilidad y mortalidad causadas por el virus.

Según Myron S. Cohen, profesor en el Departamento de Medicina del Instituto de Salud Global y Enfermedades Infecciosas de la Universidad de Carolina del Norte (Estados Unidos), es importante que tanto las personas tomen acciones para prevenir el contagio, como los gobiernos e instituciones de salud refuercen las medidas de seguridad.

El experto pone como ejemplo la experiencia con el VIH, ya que deben tomarse medidas personales y médicas para detener la propagación del nuevo coronavirus.

De acuerdo con un artículo publicado en la revista Science, cuando inició la epidemia de SIDA, los cambios en el comportamiento sexual y las intervenciones gubernamentales marcaron una diferencia notable.

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Al respecto, Lawrence Corey, profesor en la División de Vacunas y Enfermedades Infecciosas del Centro de Investigación del Cáncer Fred Hutchinson de Seattle, dijo que con base en la experiencia, el cambio de comportamiento y las estrategias gubernamentales podrían ser significativas para detener o al menos disminuir la propagación del COVID-19.

La transmisión del SARS-CoV-2, al igual que la del VIH, puede ocurrir sin que se presenten síntomas, de ahí la importancia de que la prevención esté dirigida a las personas con mayor riesgo de infección (adultos mayores, niños, mujeres embarazadas y personas con enfermedades adyacentes).

En lo referente a la actividad médica, se están concretando múltiples estudios y ensayos para hallar un tratamiento seguro y eficaz que pueda aplicarse en los casos de COVID-19. Hasta el momento, los agentes antivirales de acción prolongada y los anticuerpos monoclonales que neutralizan el virus podrían transformarse en prometedores fármacos no inyectables para la prevención.

Los médicos enfatizan que una vacuna segura y funcional es crucial para reducir los casos de personas infectadas, pero para obtener su máxima eficacia se necesitarán grandes ensayos en los que participen alrededor de seis mil a doce mil voluntarios.

Por ello, los investigadores resaltan que el COVID-19 debe incluir intervenciones seguras y efectivas cuyos valores de efectividad estén comprobados y avalados por métodos científicos, pues no se puede depender de una sola forma de prevención, sino que debe actuarse desde los avances médicos y creando conciencia entre las personas.

 

Vía: Notimex