Los niños se chupan el dedo para calmarse, por lo regular, cuando tienen hambre o están cansados, y es un hábito natural. En ocasiones, esta costumbre preocupa a los padres y quieren impedirlo; sin embargo, normalmente, esto no es necesario.
La mayor parte de los pequeños dejan de chuparse el dedo espontáneamente cuando tienen uno o dos años.
No obstante, puede convertirse en un problema si siguen haciéndolo cuando le salen los dientes frontales permanentes (aproximadamente a los 5 años). Los chupones pueden provocar problemas similares y su uso debe suspenderse hacia los 4 años.
Que un niño mayor conserve este hábito podría significar que está aburrido o se siente inseguro, por lo que es recomendable que platiques con el pediatra si alguna situación te preocupa.
No hay un tratamiento que se considere mejor que otro. En todo caso, si tu hijo está listo para dejar de succionar su dedo, hay diferentes cosas que puedes hacer para ayudarlo.
Habla con él acerca de cómo dejar este hábito, incluso puedes pedirle a un odontólogo que le explique las razones, pero si tu hijo parece asustado o estresado con esta idea, no debes presionarlo.
Evita cualquier castigo, hablarle con dureza o burlarte por esta costumbre.
Felicítalo cuando no lo esté haciendo.
Ayúdalo a encontrar otras formas de sentirse seguro.
Si tu pequeño se chupa el dedo por aburrimiento, debes buscar actividades divertidas para distraerlo.
Existen aparatos que hacen incómodo que un niño se chupe un pulgar. Habla con el pediatra y el dentista para saber si esto es recomendable para tu hijo y discute con ellos cualquier asunto relativo a su paladar y dientes.
Vía: HealthDay News y MedlinePlus