Un nuevo estudio ofrece una buena noticia para los padres que se las tienen que ver con adolescentes malhumorados, pues destaca que estos últimos superan esa variabilidad emocional al crecer. Eso es lo que informan investigadores holandeses que le dieron seguimiento a casi 500 adolescentes durante cinco años, a partir de los 13 años de edad.
«Los mayores altibajos anímicos ocurren en la adolescencia temprana», apuntó Dominique Maciejewski, estudiante doctoral de la Universidad VU de Ámsterdam y líder del estudio. «La mayoría de los adolescentes van dejando atrás el humor variable a lo largo de la adolescencia».
Recomendó a los padres mantener la calma y la paciencia, y no entrar en pánico.
El estudio también encontró que aunque «las chicas mostraban un ánimo más variable respecto a la tristeza y la felicidad, tanto los chicos como las chicas mostraban cambios similares en la variabilidad emocional a lo largo de la adolescencia».
Los investigadores siguieron a 474 adolescentes holandeses, de los cuales el 40 por ciento mostró un alto riesgo de agresividad o delincuencia a los 12 años.
Cada año, durante tres semanas del año escolar, los niños calificaron sus estados de ánimo diarios en términos de felicidad, rabia, tristeza y ansiedad.
Los investigadores observaron las fluctuaciones en los estados de ánimo diarios y los cambios en el desarrollo durante el periodo de cinco años. Los resultados fueron publicados en la revista Child Development.
Maciejewski no puede afirmar con certeza si los hallazgos aplicarían a los niños de otros países, pero sospecha que quizás sí.
El motivo exacto de qué subyace a los altibajos no formó parte del estudio, pero Maciejewski subrayó que una variedad de factores podrían explicarlos.
Planteó que unos serían los cambios hormonales o relacionados con el cerebro en la adolescencia temprana. «Por ejemplo, hay estudios que indican que los sistemas de control cognitivo se quedan por detrás del desarrollo de los sistemas emocionales en ese periodo, lo que hace que los adolescentes estén hipervigilantes ante las pistas emocionales pero no les provee suficientes capacidades cognitivas para suprimir sus reacciones emocionales», explicó.
Asimismo, existen factores sociales significativos coinciden con la pubertad, y podrían inducir más fluctuaciones en las emociones negativas y positivas, aseguró Maciejewski. Esto incluye la transición a la secundaria, los conflictos con los padres (las horas de llegada son un ejemplo), una mayor afiliación con los pares y las primeras relaciones románticas.
Gilda Moreno, psicóloga clínica del Hospital Pediátrico Nicklaus en Miami, EU, cree que parte del mal humor tiene que ver con el temperamento de un adolescente.
Aunque los investigadores hallaron una mayor variabilidad en la felicidad y la tristeza reportada por las chicas que por los chicos, eso podría reflejar la mayor tendencia de las chicas, en general, a expresar sus sentimientos, dijo Moreno. «Los chicos podrían haber tenido los mismos altibajos, pero no hablar tanto al respecto», enfatizó.
Los padres pueden emplear varias estrategias para mantener la cordura durante los altibajos de la adolescencia, comentó Moreno. Por ejemplo, si su hijo adolescente es grosero e irrespetuoso, aconsejó alejarse y evitar la conversación, y explicar el motivo. Diga algo como «ahora mismo no puedo hablar contigo. Estás siendo irrespetuoso», señaló.
Una vez que todo el mundo se haya calmado, pueden mantener una conversación productiva, dijo Moreno. Si el mal estado de ánimo se manifiesta como tristeza o depresión, los padres deben escuchar y medir qué tan gravemente angustiado está el adolescente.
Maciejewski estuvo de acuerdo con la postura de Moreno. «Lo mejor es escuchar sus expresiones de rabia, miedo y decepción», afirmó. «Mantenerse al tanto mediante el intercambio y las conversaciones sobre las experiencias ayudará al adolescente a no rehuir del contacto con los padres, y al mismo tiempo le ayudará a pensar con calma sobre los motivos y las soluciones de sus cambios en el estado de ánimo».
A veces, ofrecer interpretaciones alternativas de los eventos puede resultar útil, «pero solo si el adolescente desea escucharlas», dijo Maciejewski. «La ayuda profesional quizá solo sea necesaria si el humor variable persiste en la adolescencia tardía», señaló.
Vía: Health Library