Un estudio reciente realizado en Estados Unidos y publicado en línea en la revista Academic Emergency Medicine, reveló que al principio del brote de COVID-19 hubo una disminución significativa en el número de llamadas a los servicios médicos de emergencia (SME).
La doctora E. Brooke Lerner, de la Universidad de Buffalo en Nueva York, y sus colegas utilizaron datos del Sistema Nacional de Información de SME para evaluar las tendencias en los incidentes de este tipo y las muertes asistidas por SME durante la pandemia de COVID-19. Se hicieron comparaciones entre la semana 40 y la semana 21 del año siguiente durante tres años.
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Los investigadores hallaron que a partir de la décima semana de 2020, hubo una disminución en el número de activaciones de SME en el país, en comparación con las semanas previas y el mismo período de tiempo en años anteriores. Hubo una disminución del 26.1 por ciento en el número de activaciones entre las semanas 10 y 16. Sin embargo, la parte de las activaciones de SME que reportaron la disposición de muerte de un paciente casi se duplicó (de 1.49 a 2.77 por ciento en todas las activaciones de esta índole) entre la semana 11 y 15 de 2020. Entre las semanas 10 y 13, el número de activaciones de SME que documentan una posible lesión disminuyó de 18.43 por ciento a 15.27 por ciento.
«Cuando las personas hacen menos llamadas al 911, pero esas llamadas son emergencias mucho más graves, significa que las personas con condiciones urgentes probablemente no reciban la atención de emergencia que necesitan de manera oportuna», indicó Lerner. «El resultado es un aumento de la morbilidad y la mortalidad derivadas de enfermedades no relacionadas directamente con la exposición al coronavirus causante del síndrome respiratorio agudo grave 2″.
Vía: Health Day News