Un nuevo estudio, realizado por la doctora Gretchen Carlisle, del Centro de Investigación para la Interacción Humano-Animal del Colegio de Veterinaria de la Universidad de Missouri, apoya la idea de que la interacción con alguna mascota puede ser beneficiosa para muchos niños con autismo. Sin embargo, la investigadora también subraya que se necesita considerar detenidamente la susceptibilidad particular de cada niño y la dinámica de cada familia para considerar adquirir una mascota.
El estudio, publicado en Journal of Pediatric Nursing, encuestó a padres de niños con autismo sobre su interacción con perros. Aproximadamente dos tercios de las familias poseían un perro. De esta cifra, el 94 por ciento señaló que su hijo estaba fuertemente ligado con la mascota. Incluso en las familias que no tenían un perro, 7 de cada 10 padres dijeron que su hijo disfrutaba interacutar con perros.
En investigaciones anteriores, que involucraron a niños con autismo, se encontró que quienes tenían una mascota en la familia desde una edad joven tendían a tener mayores habilidades sociales. Además, otras investigaciones han mostrado cómo los comportamientos sociales en niños con autismo mejoran temporalmente después de un corto periodo de juego con un animal vivo, por ejemplo un cerdo de guinea. También se han observado resultados exitosos con programas de equinoterapia en niños con trastornos del desarrollo.
“Los niños con autismo podrían beneficiarse especialmente de interactuar con perros, lo cual puede darles una amor incondicional y sin prejuicios y compañía”, señala la doctora Carlisle.
Los padres deben evaluar cuidadosamente varios factores cuando consideran adquirir una mascota, entre ellos el nivel de sensibilidad de su hijo para que se adapten bien. “Traer un perro a casa en cualquier familia es un gran paso, pero para las familias de niños con autismo, adquirir un perro debería ser una decisión que se tome muy en serio”, señala la especialista. Por ejemplo, explica que si un niño con autismo se agita fácilmente o tiene sensibilidad al ruido podrían haber dificultades con un perro muy activo o que tenga tendencia a ladrar.
A pesar de que su estudio evalúa la interacción con los perros, la doctora Carlisle enfatiza que otras mascotas podrían tener una mejor adaptación para algunos niños en particular o sus familias.
Vía: Autism Speaks