Sabemos desde hace algún tiempo que las máscaras faciales ayudan a evitar que las personas transmitan el coronavirus a otras personas. Con base en un análisis de la información hasta el momento disponible, un nuevo estudio sostiene que estas máscaras o cubrebocas también pueden proteger a quienes las usan de infectarse.
Según el autor del estudio, diferentes máscaras bloquean las partículas virales en diversos grados. Si las mascarillas provocan la inhalación de «dosis» más bajas del virus, es posible que menos personas se infecten y las que lo hagan pueden tener una enfermedad más leve.
Investigadores en China experimentaron con hámsteres para probar el efecto de las máscaras. Pusieron animales sanos e infectados con SARS-CoV-2 (el coronavirus causante de COVID-19) en una jaula y separaron a algunos de los hámsteres sanos e infectados con una barrera hecha de mascarillas quirúrgicas. Muchos de los hámsteres sanos «enmascarados» no se infectaron, y los que sí lo hicieron se enfermaron menos que los hámsteres «sin máscara» previamente sanos.
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Debido a la ética científica, un experimento similar no se puede realizar en humanos. Pero los investigadores han estudiado las dosis del virus de la gripe y han descubierto que las personas que inhalaron una dosis más alta de este virus tuvieron más probabilidades de enfermarse y de experimentar síntomas. Las observaciones de brotes de coronavirus en plantas de procesamiento y en cruceros también respaldan la idea de que las máscaras pueden ayudar a proteger a quienes las usan.
Sin más investigación, no podemos estar seguros de que las máscaras protegen al usuario. Pero sabemos que no duelen y que protegen a los demás.