Muchos estudios siguen confirmando los beneficios para la salud de la dieta mediterránea, la cual reduce el riesgo de enfermedades cardíacas y de infartos cerebrales. Los beneficios nutricionales de la dieta probablemente provienen de varias fuentes, pero el uso generoso de aceite de oliva parece ser un contribuyente fundamental.
Independientemente del tipo, el aceite de oliva posee un alto contenido de ácidos grasos monoinsaturados, que contienen alrededor del 75% en volumen. Cuando se sustituyen las grasas saturadas, las grasas monoinsaturadas ayudan a reducir el colesterol LDL o «malo». Los beneficios para la salud del aceite de oliva se han atribuido a sus propiedades antioxidantes y antiinflamatorias. De hecho, los estudios observacionales han demostrado una relación entre un menor riesgo de enfermedades cardiovasculares, algunos tipos de cáncer e incluso demencia en personas que consumen mayores cantidades de aceite de oliva que aquellas que consumen poco o nada.
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De todas formas, el aceite de oliva extra virgen ofrece algo que el aceite de oliva normal no tiene. El aceite de oliva extra virgen se obtiene a partir del prensado mecánico de aceitunas maduras y se procesa sin altas temperaturas ni disolventes químicos. Esto protege los químicos del aceite llamados fenoles. En contraste, los aceites de oliva normales, altamente procesados, pierden estos químicos. Pequeños experimentos de laboratorio sugieren que concentraciones más altas de fenoles pueden brindar efectos antioxidantes adicionales. Aun así, no existen estudios definitivos que demuestren que el aceite de oliva extra virgen tenga una mayor capacidad que el aceite refinado para prevenir problemas cardíacos, cáncer u otras enfermedades.
Fuente: Harvard Medical School