Durante los primeros años de vida, se forma una comunidad microbiana en el intestino conocida como microbiota intestinal. Esta población de bacterias tiene un rol fundamental no sólo en la digestión, sino también en el desarrollo del sistema inmunológico, neurológico y metabólico del ser humano.

¿Cómo se forma la microbiota en los primeros años?

La microbiota comienza a establecerse desde el nacimiento y se ve influida por factores como el tipo de parto (vaginal o cesárea), la lactancia materna, el uso de antibióticos y el entorno. Durante los tres primeros años se da una etapa crítica de colonización y maduración, en la que se definen muchas de las características del ecosistema intestinal que perdurará en la edad adulta.

¿Por qué es tan importante en esta etapa?

Una microbiota saludable en los primeros años ayuda a fortalecer el sistema inmunológico, protege frente a infecciones y regula la inflamación. También tiene efectos en el metabolismo, en la absorción de nutrientes y, según investigaciones recientes, en el desarrollo cerebral y el comportamiento.

Además, se ha observado que alteraciones en la microbiota temprana pueden relacionarse con un mayor riesgo de enfermedades como asma, obesidad, diabetes tipo 1 y trastornos del neurodesarrollo.

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Factores que favorecen una microbiota saludable

  • Lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses, ya que contiene prebióticos y probióticos naturales.
  • Introducción adecuada de la alimentación complementaria, priorizando frutas, verduras y alimentos ricos en fibra.
  • Evitar el uso innecesario de antibióticos, especialmente en los primeros años de vida.
  • Estimular el contacto con la naturaleza y ambientes diversos, lo cual enriquece la exposición microbiana.

Impacto a largo plazo

Una microbiota bien desarrollada en la infancia puede tener efectos duraderos en la salud, reduciendo el riesgo de enfermedades inflamatorias, autoinmunes y metabólicas en la vida adulta. Por ello, fomentar hábitos que favorezcan un ecosistema intestinal equilibrado desde la infancia se ha convertido en una estrategia preventiva de salud pública.

El cuidado de la microbiota en los primeros años de vida es una inversión a largo plazo en la salud. Promover prácticas que la fortalezcan desde el nacimiento puede marcar una diferencia significativa en el bienestar físico y mental del futuro adulto.

 

Fuente: National Institutes of Health