Las grasas han sido un tema polémico en la alimentación. Durante años, se les atribuyó un impacto negativo en la salud, pero la ciencia ha demostrado que no todas son iguales. Aquí desmentimos algunos mitos comunes y te mostramos las verdades sobre este importante macronutriente.

1. Mito: Todas las grasas son malas para la salud

Verdad: No todas las grasas son perjudiciales. Las saludables, como las insaturadas (presentes en el aceite de oliva, aguacate y pescados grasos), son esenciales para el cuerpo. Ayudan a reducir el colesterol LDL (malo), mejorar la salud cardíaca y absorber vitaminas liposolubles (A, D, E y K).

2. Mito: Comer grasa te hace ganar peso

Verdad: El aumento de peso ocurre cuando se consumen más calorías de las que se queman, independientemente de su origen. Aunque en este macronutriente es más calórico (9 kcal por gramo) que los carbohidratos o proteínas (4 kcal por gramo), moderar su consumo y optar por opciones saludables puede formar parte de una dieta equilibrada sin contribuir al sobrepeso.

3. Mito: Las grasas saturadas deben eliminarse por completo

Verdad: Si bien un consumo excesivo puede aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares, no todas las fuentes de estas grasas son iguales. Consumidas con moderación y provenientes de alimentos no procesados como el coco o la carne magra, pueden formar parte de una dieta saludable.

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4. Mito: Las grasas trans están presentes en todos los alimentos fritos

Verdad: No todos los alimentos fritos contienen grasas trans, pero estas últimas se encuentran principalmente en productos ultraprocesados, como margarinas y alimentos industrializados. Las grasas trans artificiales son peligrosas porque aumentan el colesterol LDL y disminuyen el HDL (bueno), aumentando significativamente el riesgo de enfermedades del corazón.

5. Mito: Una dieta baja en grasas es la mejor opción para la salud

Verdad: Las dietas extremadamente bajas en este macronutriente pueden privar al cuerpo de nutrientes esenciales. Las versiones saludables son vitales para la producción de hormonas, la función cerebral y la protección de órganos. La clave está en mantener un equilibrio.

Conocer la diferencia entre los tipos de grasas y cómo afectan al cuerpo te permitirá tomar decisiones más informadas y mejorar tu salud a largo plazo. Si tienes dudas, consulta a un profesional en nutrición.

 

Fuente: American Heart Association