Los suplementos alimenticios pueden tener efectos secundarios, especialmente si se consumen en dosis altas o sin la orientación adecuada. Aunque están diseñados para complementar la dieta y aportar nutrientes esenciales, el exceso o mal uso de ciertos suplementos puede llevar a problemas de salud.

Por ejemplo:

  • Vitaminas y minerales en exceso. Algunos nutrientes como las vitaminas A, D, E y K son liposolubles, lo que significa que el cuerpo las almacena en lugar de eliminarlas, y su consumo excesivo puede provocar toxicidad. Altas dosis de hierro o calcio también pueden causar efectos adversos, como malestar gastrointestinal o problemas renales.
  • Interacciones con medicamentos. Algunos suplementos pueden interferir con la eficacia de medicamentos recetados. La vitamina K, por ejemplo, puede afectar a personas que toman anticoagulantes, mientras que el ginseng o el ginkgo biloba podrían interactuar con otros fármacos.
  • Problemas digestivos. Suplementos como el hierro, el magnesio o el ácido fólico pueden provocar efectos secundarios digestivos, como náuseas, diarrea o estreñimiento, especialmente cuando se toman en dosis altas.
  • Reacciones alérgicas. Algunos suplementos contienen ingredientes que pueden causar reacciones alérgicas, desde leves hasta graves. Es importante revisar las etiquetas y consultar con un médico si tienes antecedentes de alergias.

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Por estas razones, siempre es recomendable hablar con un profesional de la salud antes de comenzar a tomar cualquier suplemento, especialmente si ya estás bajo tratamiento médico o tienes condiciones de salud específicas. ¡No te automediques!

 

Fuente: Secretaría de Salud