¿Alguna vez has tenido “piel de gallina” a consecuencia de una emoción fuerte? Si bien se trata de una reacción fisiológica a la sensación de frío, el verdadero responsable es un reflejo llamado piloerección.
Este fenómeno instintivo hace que los pequeños músculos situados en la base de cada vello se contraigan y cada uno de los pelos que cubren el cuerpo se pongan de punta.
Cuando los animales sienten frío, este reflejo provoca que esponjen o ahuequen su pelaje para atrapar el calor corporal. De igual manera, el cuerpo humano busca mantener la temperatura, pero al tener poco pelo, es imposible conseguir el efecto.
Este reacción la heredamos de nuestros antepasados —que tenían el cuerpo lleno de pelo—. Ahora, lo que se ve a simple vista es la piel erizada, que delata la reacción al frío y a las emociones.
Si este reflejo se traduce en temblores —escalofríos—, es posible que estemos desarrollando una infección y, por tanto, fiebre. Los escalofríos surgen por contracciones y relajaciones musculares muy rápidas, con las que el cuerpo busca generar calor cuando hace frío.
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Emociones
Si hablamos de esta reacción ligada al miedo, la vergüenza, la impresión, u otra emoción, es importante saber que la respuesta corporal no está impulsada por una reacción física, sino psicológica. Una conexión mente-cuerpo que refleja emociones intensas.
“Al igual que otros reflejos asociados a la emoción, como el rubor, el palideciendo o las famosas mariposas en el estómago, el sistema límbico del cerebro es el que provoca que se nos ponga la piel de gallina al emocionarnos”, indicó la especialista Jenny Sugar.
Vía: Hola Doctor/ Shape.com