Cuando las personas se recuperan de la enfermedad por COVID-19, su sangre contiene anticuerpos que sus cuerpos produjeron para combatir el virus y los ayudaron a recuperarse. Los anticuerpos se encuentran en el plasma, un componente de la sangre.

El plasma convaleciente, literalmente plasma de pacientes recuperados, se ha utilizado durante más de 100 años para tratar una variedad de enfermedades, desde el sarampión hasta la polio, la varicela y, más recientemente, el SARS (síndrome respiratorio agudo grave). En la situación actual, el plasma que contiene anticuerpos de un paciente recuperado se administra por transfusión a un paciente que padece COVID-19. Los anticuerpos del donante ayudan al paciente a combatir la enfermedad, posiblemente acortando la duración o reduciendo la gravedad de la enfermedad.

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Aunque el plasma convaleciente se ha utilizado durante muchos años y con un éxito variable, no se sabe mucho sobre cuán efectivo es para tratar el COVID-19. Hasta el momento, ha habido algunos informes de éxito en China, pero no se han realizado estudios aleatorios controlados (que son imprescindibles para concretar investigaciones más extensas). Los expertos tampoco saben cuál es el mejor momento durante el curso de la enfermedad para administrar dicho plasma.

El 24 de marzo, la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) comenzó a permitir que el plasma convaleciente se usara en pacientes con infecciones por COVID-19 graves o que pusieran en peligro su vida. Dicho tratamiento todavía se considera experimental.

 

Vía: Harvard Medical School