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Los dos principales culpables del daño renal relacionado con la diabetes son la presión arterial alta (hipertensión) y los niveles de azúcar en sangre no controlados.

La hipertensión en las personas con diabetes causa nefropatía, que es el deterioro de la función renal, ya que los niveles elevados de presión arterial hacen que los vasos sanguíneos se endurezcan. Como resultado, llega menos sangre rica en oxígeno al riñón, comprometiendo la capacidad de funcionamiento del órgano.

Los niveles elevados de azúcar en sangre son tóxicos para los vasos sanguíneos, especialmente los vasos sanguíneos pequeños que sirven a los riñones. Los mecanismos y vías que conducen a este daño son complicados y no se comprenden a plenitud, pero se ha demostrado que regular los niveles de azúcar en sangre mejora la función renal.

Los factores de riesgo adicionales para la nefropatía diabética incluyen:

  • Fumar
  • Consumo de sustancias adictivas
  • Edad avanzada
  • Condiciones médicas como obesidad e hipercolesterolemia

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Al principio, es posible que se manifiesten pocos o ningún síntoma, pero a medida que avanza el daño renal, puedes comenzar a experimentar:

  • Fatiga
  • Tobillos, pies, pantorrillas o manos hinchados
  • Dificultad para respirar
  • Náuseas o vómitos
  • Sangre en la orina (lo que puede provocar una orina más oscura)
  • Aumento de la micción (poliuria)
  • Piel seca y con picazón
    Problemas para dormir
  • Pérdida de peso
  • Ojos hinchados
  • Sabor metálico en la boca

Cuanto más te acerques a la etapa final de la nefropatía diabética, llamada insuficiencia renal o enfermedad renal terminal, es más probable que requieras medicamentos o procedimientos específicos para controlar tus síntomas.

 

Fuente: Very Well Health