Las madres que fuman durante el embarazo, así como los niños que se saltan el desayuno, que no tienen horario regular para ir a acostarse y que no duermen lo suficiente, parecen ser factores importantes para predecir si los menores tendrán sobrepeso u obesidad; así lo señala una nueva investigación dirigida por el University College de Londres (UCL).
Los tres son factores de la vida temprana que pueden modificarse, y la investigación resalta que una pronta intervención tendría un impacto en la contención del crecimiento del sobrepeso y la obesidad infantil.
El trabajo, publicado en la revista Pediatrics, es la primera investigación en el Reino Unido que observa los patrones de desarrollo del peso mediante el índice de masa corporal (IMC) durante los primeros 10 años de vida de un niño, y que examina los factores en el estilo de vida que parecen predecir el aumento de peso.
La investigación utilizó datos del Millennium Cohort Study, un estudio que evaluó a niños nacidos en 19,244 familias en el Reino Unido entre septiembre de 2000 y enero de 2002. Se obtuvieron datos sobre el peso y la altura de los niños a distintas edades (3, 5, 7 y 11 años).
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El estudio identificó cuatro patrones de desarrollo de peso. La gran mayoría de los niños (83.3%) tuvo un IMC estable sin sobrepeso, mientras que el 13.1% presentó un aumento moderado del IMC, y el 2.5% un IMC muy elevado. El grupo más pequeño, 0.6%, registró un IMC en el rango de obesidad a la edad de 3 años, pero fue similar al del grupo estable a la edad de 7 años.
«Es bien sabido que los niños de madres con sobrepeso u obesidad son más susceptibles a tener sobrepeso, probablemente reflejando el ambiente ‘obesogénico’ y quizás una predisposición genética a la ganancia de peso», señaló la profesora Yvonne Kelly, de Epidemiología y Salud Pública del UCL y líder de la investigación.
«Este estudio muestra que las rutinas interrumpidas, ejemplificadas por los patrones de sueño irregulares y la omisión del desayuno, podrían influir en el aumento de peso mediante el incremento del apetito y el consumo de alimentos densos en energía. Estos hallazgos apoyan la necesidad de estrategias de intervención dirigidas a múltiples esferas de influencia en el crecimiento del IMC«, añadió la experta.
Asimismo, fumar en el embarazo se ha asociado con un mayor riesgo de que un niño tenga sobrepeso, posiblemente debido al vínculo entre la exposición del feto al tabaco y la coordinación motriz infantil, que actuaría como una vía de desarrollo para el crecimiento del IMC.
El sobrepeso u obesidad están vinculados con una salud mental más pobre en los niños, que puede extenderse hasta la adolescencia y la edad adulta. Este pobre bienestar psicosocial incluye baja autoestima, infelicidad, así como comportamientos riesgosos, dígase tabaquismo y consumo de alcohol.
Vía: University College London