La conjuntivitis es una inflamación o infección de la membrana transparente que recubre el párpado —conjuntiva— y la parte blanca del globo ocular, de acuerdo con la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos.
Cuando los pequeños vasos sanguíneos de la conjuntiva se inflaman, se hacen más visibles. Esto es lo que hace que la parte blanca del ojo se torne rojiza o de color rosa.
Los síntomas de la conjuntivitis pueden incluir:
- Enrojecimiento de la parte blanca del ojo.
- Inflamación de la conjuntiva o de los párpados.
- Tener más cantidad de lágrimas.
- Sensación de tener un cuerpo extraño en el ojo.
- Picazón, irritación o ardor.
- Secreciones.
- Costras en los párpados o las pestañas, especialmente por la mañana.
Según la causa, pueden producirse otros síntomas:
- Conjuntivitis viral. Puede ocurrir con los síntomas del resfriado, la influenza u otra infección respiratoria. Por lo general, comienza en un ojo y puede pasarse al otro en pocos días. Las secreciones del ojo suelen ser acuosas en lugar de espesas.
- Conjuntivitis bacteriana. Se asocia más comúnmente a secreciones, que pueden hacer que los párpados se peguen. En ocasiones, ocurre con una infección de oído.
- Conjuntivitis alérgica. Generalmente, afecta a ambos ojos. Puede producir picazón, inflamación y lagrimeo intenso. Suele ocurrir con síntomas de alergia, como picazón de la nariz, estornudos, irritación de la garganta o asma.
- Conjuntivitis causada por irritantes. Puede causar lagrimeo y secreciones mucosas.
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La conjuntivitis puede causar inflamación de la córnea, misma que puede dañar la visión. La evaluación y el tratamiento oportunos de un profesional de la salud, pueden reducir el riesgo de complicaciones.
Recuerda que existen enfermedades oculares graves que provocan enrojecimiento en los ojos. Estas enfermedades pueden causar dolor, la sensación de tener algo atascado en el ojo, visión borrosa y sensibilidad a la luz. Si presentas estos síntomas, busca atención médica inmediata.
Recuerda mantener una buena higiene para controlar el contagio. ¡No te automediques!
Fuente: Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos