La enfermedad pulmonar intersticial (EPI) es un grupo de más de 200 trastornos de los pulmones que pueden causar daño y cicatrización en dichos órganos.

En la mayoría de las formas de EPI, gran parte del daño se produce en forma de alvéolos (sacos de aire) cicatrizados y destruidos, o en rigidez y engrosamiento del tejido pulmonar.

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Aunque la EPI puede adoptar muchas formas, la mayoría de estas afecciones son poco comunes. Las formas de EPI más comúnmente diagnosticadas incluyen:

  1. Fibrosis pulmonar idiopática: esta forma crónica de EPI se desarrolla cuando el tejido pulmonar se vuelve grueso y rígido por una razón desconocida. El tabaquismo y la edad pueden contribuir a este problema, lo que puede dificultar la respiración conforme se desarrollan cicatrices y se daña el tejido pulmonar.
  2. Neumonitis por hipersensibilidad: este tipo de EPI es una reacción inmunitaria poco común que aparece en respuesta a irritantes ambientales o químicos, la cual provoca una inflamación a corto o largo plazo y deriva en dificultad para respirar.
  3. Enfermedad del tejido conectivo: algunos trastornos del tejido conectivo pueden afectar a los pulmones. Aunque el daño pulmonar no es el síntoma principal de muchas de estas afecciones, todavía puede afectar tu respiración. Algunos trastornos del tejido conectivo que afectan a los pulmones incluyen: artritis reumatoide, esclerosis sistémica y miopatía inflamatoria idiopática.
  4. Sarcoidosis: es una afección en la que se forman crecimientos llamados granulomas en todo el cuerpo en respuesta a la inflamación. Aunque la sarcoidosis y la EPI son dos afecciones distintas, estas suelen coexistir. Se requiere más investigación para determinar el vínculo entre ambas condiciones.

 

Fuente: Very Well Health