Los virus del resfriado usualmente se transmiten a través de gotitas respiratorias que se expulsan al aire al toser o estornudar. Cuando el virus ingresa al cuerpo a través de los tejidos de la nariz o la boca, comienza a multiplicarse rápidamente y desencadena una respuesta inmune en forma de inflamación.

La inflamación es la respuesta natural del cuerpo a la infección. Esta involucra la liberación de sustancias químicas inmunitarias que provocan la dilatación (ensanchamiento) de los vasos sanguíneos, lo que permite que los glóbulos blancos que fungen como defensas tengan un acceso más cercano al sitio de la infección. La dilatación también hace que los líquidos se filtren hacia los tejidos circundantes, lo que provoca hinchazón e hipersensibilidad.

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Estas son las respuestas que dan lugar a los síntomas del resfriado. En última instancia, los síntomas se deben a la respuesta del cuerpo al virus y no a cualquier daño ocasionado por el virus mismo.

Los síntomas generalmente comienzan con secreción nasal y dolor de garganta, para después progresar a tos, estornudos y congestión conforme el virus invade los tejidos cercanos. La inflamación en expansión pronto puede desencadenar síntomas sistémicos (en todo el cuerpo) como fatiga, dolores corporales y pérdida de apetito.

A medida que el sistema inmunológico gana control sobre el virus (normalmente en un plazo de siete a diez días), la inflamación disminuirá y también lo harán los síntomas.

 

Fuente: Very Well Health