La cirrosis es la cicatrización severa (o fibrosis) del hígado. Se presenta en la etapa tardía de la enfermedad del hígado graso no alcohólico y en otras afecciones que involucran daño hepático.

La cicatrización que se produce con la cirrosis suele ser irreversible, pero hay tratamientos disponibles que ayudan a controlarla. Además de la enfermedad del hígado graso no alcohólico, otras causas de la cirrosis incluyen hepatitis, consumo prolongado de alcohol y colangitis esclerosante primaria.

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De acuerdo con los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos (NIH), alrededor de 1 de cada 400 adultos vive con cirrosis. Asimismo, es más probable que afecte a los hombres que a las mujeres.

Los síntomas de la cirrosis se dividen en dos etapas técnicas: cirrosis compensada y cirrosis descompensada.

Si se detecta a tiempo y se le brinda tratamiento, es posible pasar de la etapa descompensada a la compensada.

  • Cirrosis compensada. Esta es la etapa asintomática (que no muestra síntomas). Es posible que todavía haya cicatrización en el hígado, pero no ha progresado lo suficiente como para ocasionar muchos o ningún síntoma.
  • Cirrosis descompensada. Esta es la etapa donde ocurren la mayoría de los síntomas de la enfermedad, como ictericia o ascitis (acumulación de líquido en la cavidad abdominal). Esta es una etapa muy seria. En algunas situaciones, si los profesionales de la salud pueden manejar la razón por la cual comenzó la cirrosis en primer lugar (por ejemplo, beber alcohol en exceso), es posible que puedan revertir el diagnóstico para compensarlo.

 

Fuente: Healthline