Vivir con asma alérgica involucra controlar diversos desencadenantes potenciales, algunos de los cuales podrían sorprenderte. Aunque la mayoría de las personas conocen los desencadenantes comunes del asma alérgica, como el polen, el polvo, la caspa de mascotas o el moho, muchos factores ambientales inesperados también pueden ocasionar brotes de síntomas.
Uno de estos factores son las infecciones como el resfriado común o la gripe (gripe), que provocan inflamación en las vías respiratorias y aumentan la producción de moco y la sensibilidad respiratoria. En el asma alérgica, dicha inflamación agrava la inflamación preexistente de las vías respiratorias, complicando aún más las dificultades respiratorias.
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Asimismo, las infecciones respiratorias pueden aumentar la sensibilidad a otros alérgenos, lo que empeora síntomas como tos, sibilancias o dificultad para respirar.
La respuesta del sistema inmune a cualquier infección puede aumentar la inflamación sistémica (en todo el cuerpo), lo que podría afectar los pulmones y las vías respiratorias. Practicar una buena higiene, como lavarse las manos con frecuencia y mantenerte al día con las vacunas, puede ayudar a reducir el riesgo de infecciones que pueden desencadenar síntomas de asma.
Fuente: Very Well Health