La tos ferina es una infección bacteriana, lo que significa que se puede adquirir al exponerse a ciertos gérmenes. El tipo de bacteria que ocasiona la tos ferina se conoce como Bordetella pertussis.

Los síntomas de la tos ferina suelen aparecer entre cinco y diez días después de entrar en contacto con la bacteria antes citada. Sin embargo, a veces los síntomas no aparecen hasta unas tres semanas después.4

Por lo general, la tos ferina se trata con antibióticos. Iniciar el tratamiento antes de que comiencen los ataques de tos puede reducir la gravedad de la enfermedad y ayudar a prevenir la transmisión de la infección a otras personas.

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Si has tenido tos ferina durante más de tres semanas, no se espera que los antibióticos te ayuden, ya que es probable que tu cuerpo ya haya eliminado las bacterias dañinas. Las bacterias de la tos ferina usualmente mueren de forma natural después de este tiempo.

Algunos antibióticos que suelen utilizar los médicos para tratar la tos ferina incluyen los siguientes:

  • Trimetoprima-sulfametoxazol
  • Claritromicina
  • Eritromicina
  • Azitromicina

En ocasiones, los profesionales de la salud recomiendan antibióticos preventivos a personas expuestas a la tos ferina o con alto riesgo de desarrollar una infección grave. No obstante, los expertos advierten que los antibióticos solo deben recetarse cuando sea necesario para proteger contra el uso excesivo, la resistencia a los antibióticos y los posibles efectos secundarios.

 

Fuente: Very Well Health