El asma es una enfermedad pulmonar crónica que afecta las vías respiratorias —conductos que llevan el aire hacia y desde los pulmones—.
Cuando una persona tiene asma, sus vías respiratorias pueden inflamarse y estrecharse, causando sibilancias, tos y opresión en el pecho.
Un ataque de asma puede ocurrir cuando se está expuesto a un desencadenante. Un desencadenante es algo que puede propiciar o empeorar los síntomas del asma. Diferentes desencadenantes pueden causar diversos tipos de asma:
Los síntomas del asma incluyen:
- Opresión en el pecho.
- Tos, especialmente por la noche o temprano en la mañana.
- Problemas para respirar.
- Sibilancia, que provoca un silbido al exhalar.
- Problemas para dormir causados por falta de aliento, tos o sibilancia al respirar.
Estos síntomas pueden variar de leves a graves. Asimismo, pueden presentarse todos los días o solo de vez en cuando.
Cuando estos síntomas son peores que lo habitual, se conoce como ataque de asma o crisis asmática.
¿Cómo llegar a un diagnóstico?
Un médico te hará una exploración física para descartar otras posibles afecciones, como una infección respiratoria o la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC). También te hará preguntas sobre tus signos y síntomas.
También es posible que te recomienden estudios de la función pulmonar para determinar la cantidad de aire que inhalas y exhalas.
Es importante tomar en cuenta que los ataques pueden aparecer de forma gradual o repentina. Y, en ocasiones, pueden poner en peligro la vida. Si tienes un ataque severo y los medicamentos de alivio rápido no funcionan, acude con un profesional de la salud.
Fuente: Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos