La tos ferina puede ser difícil de diagnosticar durante sus primeras etapas debido a su similitud con otras infecciones respiratorias como el resfriado común. A medida que la enfermedad progresa, tu médico puede diagnosticarla analizando tus síntomas y escuchando la tos que la acompaña.

También puede realizar pruebas adicionales para ayudar con el diagnóstico, incluyendo:

  • Un hisopado de la parte posterior de la nariz para detectar la presencia de la bacteria B. pertussis
  • Análisis de sangre para detectar signos de infección o inflamación
  • Una radiografía de tórax para detectar inflamación o acumulación de líquido en los pulmones, particularmente si hay neumonía y el médico sospecha que es una complicación de la tos ferina

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El tratamiento para la tos ferina consiste en antibióticos. Debido a que los bebés son bastante propensos a sufrir complicaciones por la tos ferina, es posible que deban ser hospitalizados para recibir tratamiento.

Mientras tú, tu familiar o ser querido reciban tratamiento para la tos ferina, deben asegurarse de descansar bien y mantenerse hidratados. También deben quedarse en casa hasta que ya no sean contagiosos, es decir, después de cinco días completos de antibióticos.

 

Fuente: Healthline