Parpadeo frecuente de los ojos, muecas faciales, encogimiento de hombros, sollozos, carraspeo repetitivo o vocalización descontrolada: todos estos son síntomas de un tic. Para una madre o un padre, ver u oír a su hijo(a) exhibir estos movimientos o sonidos inesperados puede ser extremadamente preocupante.
De acuerdo con Marina Khrizman, doctora en medicina osteopática del Hospital Infantil K. Hovnanian, los tics generalmente comienzan a aparecer alrededor de los 5 a 10 años de edad y, hasta el momento, no se sabe a ciencia cierta su causa. Sin embargo, se cree que hay cambios neuroquímicos en las neuronas que producen dopamina y serotonina, lo que afecta varias partes del cerebro, incluido el tálamo, la corteza cerebral y el cuerpo estriado.
¿Cómo puedo ayudar a mi hijo a manejar sus tics?
La doctora Khrizman afirma que la mejor manera de controlar un tic es ignorarlo. La mayoría de las veces, las familias se preocupan más por el tic que por el propio niño. «Cuando le llamas la atención sobre el tic, puedes exacerbar la ansiedad del niño, y la ansiedad puede empeorar los tics”, advirtió la especialista.
Conoce más: 7 señales de alerta de que un niño está sufriendo una convulsión
Asimismo, Khrizman recomienda probar ejercicios de respiración con el/la menor para ayudar a reducir la ansiedad o el estrés.
Los padres también deben estar conscientes del impacto emocional que esto puede tener en la autoestima de su hijo(a), por lo que es importante asegurarse de que se sienta apoyado(a), especialmente cuando está en edad escolar. Asegúrale que todo está bien y que no hay necesidad de ser tímido(a).
¿Cuándo debo consultar a un médico?
El doctor Khrizman aconseja que los padres siempre deben plantear sus inquietudes al pediatra de su niño(a), ya que ella/él puede realizar una evaluación más a fondo para determinar si el síntoma es un tic o algo distinto.
Fuente: Hackensack Meridian Health