La toxoplasmosis es una enfermedad causada por el parásito Toxoplasma gondii. Dicho parásito es un pequeño organismo unicelular que recibe el nombre de protozoo. Las personas pueden adquirirlo al ingerir carne poco cocida y mediante la exposición a heces de gato.

En las personas sanas, esta infección no suele ocasionar daños duraderos y, con frecuencia, no se presentan síntomas. Sin embargo, las personas cuyo sistema inmunológico se encuentra debilitado y los bebés nacidos de mujeres que adquirieron la infección por primera vez durante su embarazo corren el riesgo de desarrollar infecciones más peligrosas.

Cabe mencionar que el toxoplasma crece y afecta varias partes del cuerpo, incluyendo el cerebro, los ojos y los músculos del corazón y el cuerpo. Este forma burbujas en el tejido llamadas quistes que albergan al parásito. Dichos quistes pueden persistir después de que la persona ya no esté enferma. Sumado a ello, los quistes pueden reactivar la infección cuando el sistema inmunológico de la persona se debilita.

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Los síntomas más comunes de la toxoplasmosis en personas sanas incluyen fiebre, inflamación de los ganglios linfáticos y dolores y molestias musculares. No obstante, muchas personas con toxoplasmosis no manifiestan ningún síntoma.

Las personas con sistemas inmunológicos debilitados, como aquellas que tienen VIH, presentan síntomas más graves. Estos pueden incluir daño cerebral y ocular.

Concretamente, las personas con toxoplasmosis pueden mostrar lo siguiente:

  • Síntomas similares a los de la gripe (fiebre, ganglios linfáticos inflamados y dolores y molestias musculares).
  • Dolores de cabeza.
  • Fatiga.
  • Confusión.
  • Problemas oculares (visión borrosa o sensibilidad a la luz).

 

Fuente: Very Well Health