Si tu hijo(a) golpea, patea o arremete contra otros niños, como mamá o papá quizás te preguntes si deberías preocuparte.

Los niños pueden comportarse de manera verbal y físicamente agresiva como resultado de sentirse amenazados o cuando tienen dificultades para regular las emociones, controlar los impulsos o interpretar las señales sociales.

Un niño agresivo generalmente no es un niño feliz. Este puede tener miedo o percibir falsamente amenazas en el entorno. En dichas situaciones, el comportamiento agresivo puede representar autodefensa en situaciones que provocan ansiedad, también conocida como respuesta de lucha al estrés. En los niños mayores, la agresión física puede ser el resultado de impulsos mal controlados o de la incapacidad para regular las emociones.

Conoce más: Si tu hijo(a) golpea, patea o arremete contra otros niños, como mamá o papá quizás te preguntes si deberías preocuparte.

Normalmente, a la agresión le sigue el remordimiento. Sin embargo, es posible que algunos niños no comprendan cómo su agresión afecta a los demás y no se arrepientan después. Algunos menores pueden tener una capacidad limitada para sentir empatía, incluso cuando se dan cuenta de que han ocasionado daño físico.

Cabe destacar que existen varios factores familiares que pueden contribuir a la agresión en los niños. Estos pueden incluir una crianza dura, abuso, negligencia, uso de sustancias por parte de los padres o condiciones de salud mental no tratadas y conflictos familiares.

Los factores ambientales externos que pueden propiciar comportamientos agresivos en los niños van desde el acoso escolar, la influencia de compañeros agresivos o la exposición a la violencia en la comunidad o indirectamente en la televisión, los videojuegos u otros medios.

Fuente: Health Day