Probablemente hayas escuchado que comer emocionalmente no es lo ideal.
Recurrir a la comida para lidiar con emociones difíciles como el estrés, la ira o la tristeza generalmente resulta en un consumo irreflexivo y crea una relación tensa con la comida. Dicho esto, es comprensible que desconfíes de la idea de comer por placer.
Afortunadamente, comer emocionalmente y comer por placer difieren tanto en su intención como en sus resultados.
Según los expertos, comer emocionalmente ocurre cuando las personas usan la comida como una forma de lidiar con emociones tanto positivas como negativas. Comer por placer es elegir un alimento para disfrutar específicamente de su sabor, textura y experiencia, como cuando sales a comer un helado en verano o comes una manzana directamente del árbol en un huerto de manzanas.
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Otra distinción importante entre estos dos comportamientos es la conexión que sientes con la comida.
Con frecuencia, aunque no siempre, existe una falta de conexión o disociación con la comida cuando las personas comen emocionalmente. Al comer por placer, suele haber una verdadera conexión y disfrute con la comida.
Por supuesto, no existe una línea clara entre comer por emociones y comer por placer, y en ocasiones ambos pueden superponerse.
Una forma de saber cuál estás practicando es preguntarte: ¿cómo me siento después de hacerlo?
Procurar disfrutar conscientemente de la comida no te dejará con sentimientos de culpa ni vergüenza.
Fuente: Healthline