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El agua es esencial para el funcionamiento del cuerpo humano, y el cerebro no es una excepción. Aunque se habla mucho sobre los efectos físicos de la deshidratación, su impacto en el desempeño cognitivo puede ser igual de significativo. Incluso una pérdida leve de líquidos puede influir negativamente en la memoria, la concentración y la toma de decisiones.

El cerebro y la hidratación

El cerebro está compuesto por aproximadamente un 75% de agua. Este líquido es crucial para mantener la función cerebral, ya que participa en procesos como la regulación de la temperatura, el transporte de nutrientes y la eliminación de toxinas. Cuando no consumimos suficiente agua, el cerebro puede sufrir alteraciones en su actividad normal.

Efectos cognitivos de la deshidratación

  1. Dificultad para concentrarse. La deshidratación afecta la capacidad de enfoque y atención. Estudios han demostrado que incluso una pérdida del 1-2% del peso corporal en líquidos puede disminuir la atención sostenida y la capacidad para realizar tareas complejas.
  2. Problemas de memoria. La memoria a corto plazo también puede verse afectada. Esto ocurre porque la falta de agua reduce el flujo sanguíneo hacia el cerebro, limitando la disponibilidad de oxígeno y nutrientes necesarios para procesos cognitivos.
  3. Fatiga mental. El cerebro deshidratado trabaja con menos eficiencia, lo que puede causar sensación de cansancio y dificultad para realizar actividades que requieren esfuerzo mental.
  4. Alteraciones en el estado de ánimo. La deshidratación leve puede provocar irritabilidad, ansiedad y cambios en el humor, lo que afecta tanto el desempeño cognitivo como las interacciones sociales.

Cómo prevenir los efectos de la deshidratación

  • Bebe agua regularmente: Incluso antes de sentir sed, ya que este es un indicador tardío de deshidratación.
  • Consume alimentos ricos en agua: Frutas como sandía, melón y naranja, y verduras como pepino y apio, son excelentes opciones.
  • Evita bebidas deshidratantes: El exceso de café, alcohol o refrescos puede contribuir a la pérdida de líquidos.
  • Aumenta la ingesta en situaciones de mayor riesgo: Durante el ejercicio físico, el clima caluroso o al realizar tareas cognitivas demandantes.

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Conclusión

La deshidratación, incluso en niveles leves, puede afectar negativamente el desempeño cognitivo al reducir la capacidad de concentración, la memoria y el estado de ánimo. Mantenerse bien hidratado es esencial para un cerebro activo y saludable, especialmente en situaciones que requieren un alto rendimiento mental.

 

Fuente: Harvard Health Publishing