El estigma de la salud mental se refiere a la desaprobación social, o cuando la sociedad avergüenza a las personas que viven con una enfermedad mental o buscan ayuda para abordar su angustia emocional, como la ansiedad, la depresión, el trastorno bipolar o el trastorno de estrés postraumático (TEPT).
La presión del estigma de la salud mental puede provenir de la familia, los amigos, los compañeros de trabajo y la sociedad en un nivel más amplio. Los grupos u organizaciones también pueden politizar el estigma. Asimismo, puede evitar que las personas que viven con una enfermedad mental reciban ayuda, se adapten a la sociedad y lleven una vida feliz y cómoda.
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El estigma de la salud mental puede provenir de estereotipos, que son creencias o representaciones simplificadas o generalizadas de grupos enteros de personas que generalmente son inexactas, negativas y ofensivas. Estos permiten que una persona haga juicios rápidos sobre los demás en función de algunas características definitorias, que después aplican a cualquier persona en ese grupo.
Por ejemplo, las personas que viven con depresión suelen ser estereotipadas como perezosas, mientras que algunas juzgan a las personas con ansiedad como cobardes.
Mucha gente teme ser etiquetada como «loca» por simplemente buscar el apoyo de un terapeuta. Ninguna de estas caracterizaciones es válida y todas están mal informadas, ocasionan dolor e impiden que las personas obtengan la ayuda que requieren.
Un estereotipo a menudo politizado sobre las personas con enfermedades mentales es que son violentas o peligrosas. No obstante, una pequeña minoría que vive con enfermedades mentales cometen actos violentos. En realidad, tienen 10 veces más probabilidades de ser víctimas de un delito, lo que las convierte en una población vulnerable a la que debemos proteger en lugar de temer.
Fuente: Medical News Today