Las y los jóvenes que viven en hogares con bajos ingresos tienen más probabilidades de estar descontentos con su apariencia y de desarrollar un trastorno alimentario, en comparación con aquellas y aquellos cuyas familias están en una mejor situación económica, así lo dio a conocer un estudio reciente publicado en la revista Eating Behaviors.

Investigadores de la Universidad de Minnesota examinaron datos de 2010 a 2018 del Proyecto EAT, un estudio de larga duración que da seguimiento a la salud general y al bienestar de los adolescentes de Estados Unidos a medida que avanzan hacia la edad adulta.

«Nuestro estudio encontró que la insatisfacción corporal elevada y algunos comportamientos alimentarios desordenados son más frecuentes entre los jóvenes de orígenes socioeconómicos bajos», indicó Nicole Larson, investigadora de la Escuela de Salud Pública de Minneapolis y coautora del estudio.

La experta y su equipo encontraron que la alta insatisfacción corporal y las conductas de control de peso poco saludables, como saltarse las comidas, eran más comunes entre las niñas de bajos ingresos. También eran menos propensas a depender del uso regular de estrategias de control de peso saludable, como el ejercicio, en comparación con sus contrapartes de familias de ingresos medios y altos.

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La alimentación orientada a la delgadez, los comportamientos poco saludables y de control de peso extremo, como tomar pastillas para adelgazar, también fueron más comunes entre los varones de bajos ingresos.

Larson señaló que la mayoría de las investigaciones orientadas al tratamiento y la prevención de los trastornos alimentarios se llevan a cabo en poblaciones de clase media y alta. Por ello, destacó que es necesario aumentar el alcance y la relevancia de los esfuerzos para prevenir la insatisfacción corporal y los trastornos alimentarios incluyendo a otros grupos sociales.

«En particular, es importante que los planes de estudio de intervención diseñados para promover conductas de actividad y alimentación saludables incluyan mensajes sobre las consecuencias para la salud de los trastornos alimentarios», enfatizó.

Se necesitan más estudios para determinar las razones de los patrones sociales y económicos que generan la insatisfacción corporal, los trastornos alimentarios y el uso regular de comportamientos de estilo de vida, subrayó Larson.

Por ejemplo, el acceso limitado a alimentos saludables y oportunidades para la actividad física puede llevar a las personas más pobres a utilizar conductas de control de peso poco saludables, agregó.

 

Fuente: Health Day News