Obesidad y nutrición, Salud Mental
El estrés es una respuesta natural del cuerpo ante situaciones de presión o peligro, pero cuando se vuelve crónico, puede afectar múltiples sistemas del organismo, incluyendo el sistema digestivo. Este sistema es especialmente vulnerable, ya que el cerebro y el intestino están estrechamente conectados a través de lo que se conoce como el eje intestino-cerebro.
Esta conexión bidireccional significa que cualquier estado emocional, como el estrés, puede tener un impacto directo en la función digestiva.
1. Problemas de motilidad intestinal
El estrés afecta la motilidad o el movimiento de los músculos que permiten el desplazamiento de los alimentos a lo largo del sistema digestivo. En situaciones de estrés, el sistema nervioso puede aumentar o ralentizar estos movimientos. Esto puede provocar síntomas como diarrea, estreñimiento o espasmos estomacales.
Las personas con síndrome de intestino irritable (SII) suelen experimentar una intensificación de sus síntomas en momentos de estrés, ya que su sistema digestivo es especialmente sensible a estas alteraciones.
2. Producción de ácido gástrico
En condiciones de estrés, el cuerpo libera hormonas como el cortisol, que pueden estimular un aumento en la producción de ácido en el estómago. Esto puede llevar a problemas como acidez estomacal y reflujo ácido, ya que el exceso de ácido irrita el revestimiento del estómago y el esófago.
Con el tiempo, si el estrés se mantiene, esta condición puede derivar en problemas más serios, como gastritis o úlceras.
3. Disbiosis o desequilibrio de la flora intestinal
El estrés crónico también afecta el equilibrio de las bacterias beneficiosas en el intestino, conocido como microbiota intestinal. Un desequilibrio en la flora intestinal puede llevar a problemas digestivos como inflamación, mala absorción de nutrientes y una mayor susceptibilidad a infecciones.
Además, una microbiota desequilibrada se ha asociado con un aumento en los niveles de ansiedad, creando un ciclo negativo entre el estrés y la salud intestinal.
4. Reducción de la digestión y absorción de nutrientes
El estrés afecta la capacidad del sistema digestivo para descomponer y absorber nutrientes de manera eficiente. Cuando el cuerpo está en estado de alerta, las funciones digestivas se ralentizan, ya que la energía se destina a los sistemas de «lucha o huida». Esto puede llevar a deficiencias nutricionales y a síntomas como hinchazón, gases e indigestión.
5. Impacto en el apetito y los hábitos alimenticios
El estrés también altera el apetito, provocando que algunas personas coman en exceso mientras que otras pierdan el interés en la comida. El «comer emocional» puede llevar a una mayor ingesta de alimentos altos en grasas y azúcares, que a su vez pueden empeorar los problemas digestivos.
Conoce más: ¿Cómo gestionar el estrés?
Para cuidar el sistema digestivo, es fundamental aprender a manejar el estrés mediante técnicas como la meditación, el ejercicio regular y la adopción de hábitos alimenticios saludables.
Fuente: Houston Methodist