El insomnio afecta a entre un 10% y un 20% de la población, dificultando el inicio del sueño o provocando despertares frecuentes. A menudo, se recurre a terapias cognitivo conductuales o medicamentos para abordar este problema, pero un estudio reciente publicado en la revista BMJ Open sugiere que el ejercicio regular podría ser una alternativa efectiva.
El estudio, realizado por investigadores de la Universidad de Reikiavik (Islandia) y otros colaboradores, examinó datos de 4,399 personas de nueve países que participaron en la Encuesta de Salud Respiratoria de la Comunidad Europea. Estos participantes fueron seguidos durante diez años, durante los cuales se evaluó su actividad física y sus patrones de sueño.
Los resultados revelaron que aquellos que realizaron ejercicio de forma regular tenían menos probabilidades de experimentar dificultades para dormir, síntomas de insomnio y una mayor probabilidad de cumplir con las recomendaciones de sueño de 6 a 9 horas por noche.
El efecto del ejercicio en la calidad del sueño parece ser consistente y significativo, incluso en pequeñas cantidades y de forma intermitente. Sin embargo, la clave parece ser la consistencia: aquellos que mantuvieron una rutina de ejercicio experimentaron los mayores beneficios en términos de calidad del sueño.
Es importante destacar que la relación entre el ejercicio y el sueño parece ser más fuerte para el ejercicio aeróbico, como correr o andar en bicicleta. Aunque el ejercicio de resistencia también puede ser beneficioso, las pruebas son menos contundentes. Ambos tipos de ejercicio pueden ayudar a reducir el estrés, facilitar la relajación y regular los ritmos circadianos, lo que contribuye a mejorar la calidad del sueño.
Entonces, ¿es posible combatir el insomnio con ejercicio?
A pesar de estos hallazgos alentadores, es crucial considerar que la respuesta al ejercicio puede variar según el individuo. Si bien la actividad física regular puede ser una parte importante de un plan integral para tratar el insomnio, puede ser necesario combinarla con otras intervenciones, como la terapia cognitivo conductual, para algunos pacientes.
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Además, la dosis y el momento del ejercicio son aspectos importantes a tener en cuenta. Mientras que el ejercicio moderado puede mejorar la calidad del sueño, la actividad física intensa realizada poco antes de acostarse puede tener el efecto contrario.
Recuerda, es importante adaptar la estrategia a las necesidades individuales y considerar otras intervenciones según sea necesario. Mantener una rutina de ejercicio regular y moderada puede ser beneficioso para mejorar la calidad del sueño y promover el bienestar.
Fuente: BMJ Journals